La escuela

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sábado, 27 de diciembre de 2014

Evaluar, ¿maldita palabra? La evaluación en el ABP

Evaluar, maldita palabra que siempre aparece en los momentos más inesperados, en los momentos más placenteros, en los momentos mas entusiastas de la práctica en el aula. Profesores y profesoras estamos acostumbrados a ella y para muchos de nosotros parece ser el fin último de su trabajo.

Sin embargo, nada más alejado de la realidad. Tenemos que evaluar porque necesitamos saber la manera en que se ha producido el fenómeno enseñanza-aprendizaje. Y esto atañe tanto al alumnado como al profesorado. Por un lado, el alumnado debe saber la manera y las circunstancias que rodean la evaluación de su tarea y, por otro, el profesorado debe conocer los aspectos que han incidido tanto positiva como negativamente en el proceso para intentar mejorar su trabajo y ofrecer mejores situaciones y espacios de aprendizaje a su alumnado.
Decir esto conlleva pensar en una evaluación que se fije en las habilidades de pensamiento, que debe realizarse mientras ocurre el proceso y no sólo al final, que se interese más por los procesos que por los resultados finales, que permita ofrecer retroalimentación de sus fortalezas y debilidades para poder rectificar las deficiencias que encontremos. Esta es la concepción de la evaluación para mí.
No obstante lo dicho, vemos que las aulas en las que se enseña de forma transmisiva suelen llevar aparejada una evaluación que se centra en una prueba al final de un tema o de varios, la dedicación al trabajo, el comportamiento del alumnado y su ritmo de trabajo. Todo esto podría estar bien, pero… ¿y si se trabaja de otra forma? Pensemos en el Trabajo por Proyectos, Problemas o Retos. ¿Cómo puede ser esa evaluación? ¿Qué detalles hay que abordar forzosamente? Porque quizás podemos encontrarnos con compañeros y compañeras que trabajen por proyectos y vean la evaluación de la manera tradicional.
El caso es que cuando comencé a trabajar por proyectos, el tema de la evaluación fue bastante conflictivo para mí por cuanto pensé que si cambiaba la manera de trabajar debería modificar el sistema de evaluación. Así que comencé a recorrer un itinerario hasta llegar a lo que actualmente realizo y que para mí no es definitivo por cuanto todos los días aprendo algo nuevo en este terreno de la evaluación que hace modificar (o añadir) propuestas que la mejoran.
En primer lugar, al comienzo del proyecto evalúo cuando se exponen las ideas previas y se suceden las intervenciones del alumnado. Aquí es importante observar el trabajo cooperativo que realizan los equipos y la forma de relación tanto hacia dentro como hacia fuera del equipo. Interviene mucho la observación. Vemos las capacidades y necesidades del grupo.
Durante el desarrollo de las actividades predomina también la observación del trabajo en equipo junto a las producciones que suelen realizar para conseguir llegar al producto final. La supervisión de borradores, planes y fuentes de información es importante porque se produce aquí la evaluación formativa, aquella que se desarrolla mientras se realiza la actividad y que posibilita la corrección y comprobar el valor del error como elemento que nos impulsa a la mejora. Evaluamos los procesos, la cooperación y la participa

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